
Como comentábamos en el anterior artículo del blog, el intestino y el hígado son órganos fundamentales en el mantenimiento de un buen estado de salud. Esta vez, ponemos el foco en el hígado como principal órgano detoxificador de nuestro cuerpo.
Y, ¿qué es la detoxificación? Se trata del proceso de limpieza del organismo a través del cual el cuerpo elimina toxinas perjudiciales para la salud, llamadas sustancias xenobióticas.
Los mecanismos que tiene el cuerpo para eliminar sustancias que interfieren en la salud y en la calidad de vida a largo plazo, pueden favorecerse y potenciarse a través de unos buenos hábitos de vida y alimentación saludable. También pueden ayudarse con algunas plantas o vegetales que nos ofrece la naturaleza y suplementos naturales.
¿En qué consiste el proceso de detoxificación hepática?
El proceso de detoxificación del hígado se divide en dos fases: En la primera, se genera una modificación de los xenobióticos, que pueden proceder o bien del exterior (alimentación, medicamentos, sustancias respiradas o absorbidas a través de la piel, etc.) o bien del mismo cuerpo, ya que pueden producirse de forma natural (por ejemplo, hormonas como los estrógenos, la histamina o las catecolaminas). En la segunda fase, se añaden ciertas moléculas que favorecen su eliminación. El objetivo es transformar las sustancias apolares (no solubles) que el organismo no puede eliminar, en sustancias polares (solubles), que son fácilmente excretables por heces u orina, principalmente.
Durante la primera fase de detoxificación hepática se producen distintos tipos de reacciones bioquímicas determinadas por las enzimas del citocromo P450 (CYP). El resultado son unos intermedios de reacción altamente oxidativos e inflamatorios que hay que eliminar del organismo lo antes posible. Por esta razón, en la segunda fase se producen reacciones de conjugación, o, en otras palabras, los productos de la transformación metabólica de las toxinas son combinados con compuestos endógenos hidrosolubles (grupos metilo, sulfato, glutatión, ácido glucurónico, etc.).
Todas estas reacciones que hemos explicado suceden gracias a una gran variedad de enzimas que necesitan de la ayuda de determinadas vitaminas y minerales para funcionar –conocidos como cofactores o coenzimas–. Por ello, una alimentación adecuada es esencial para que este proceso funcione correctamente. Hay que garantizar que el organismo disponga de todos los recursos necesarios para eliminar sustancias nocivas para la salud que pueden influir en síntomas y patologías a medio y largo plazo.
¿Qué pasa si la detoxificación no funciona correctamente?
Cuando nuestro hígado detoxifica mal o lo hace lentamente, sea por motivos genéticos, enfermedad hepática o bien por falta de cofactores, podemos sufrir diversas molestias. Cansancio, insomnio o problemas de la piel como eczemas, descamación, dermatitis seborreica y acné serían algunas muy comunes.
Además, un síndrome premenstrual marcado, reglas dolorosas y el síndrome del ovario poliquístico son otras posibles consecuencias. Más síntomas serían dolor de cabeza y migrañas, problemas de digestión –sobre todo de alimentos grasos–, intolerancias alimentarias, sensibilidad química, dolor e inflamación generalizada, entre otros.

¿Qué importancia tiene el hígado para el cuerpo humano?
No se puede pensar en tener una salud óptima si no se protegen órganos vitales como el hígado y el intestino. Este último tiene una gran cantidad de microorganismos vivos que son fundamentales para fortalecer el sistema inmunológico y regular el sistema nervioso y endocrino, además de participar en la digestión de los nutrientes y su absorción.
Por otro lado, el hígado es de vital importancia para eliminar elementos dañinos para el organismo, y se encarga de biotransformar los medicamentos, haciéndolos funcionales o eliminándolos del cuerpo. También cumple otras funciones como, por ejemplo, secretar la bilis, que es esencial para la digestión de las grasas de la dieta, equilibrar y fabricar glucosa a medida que el cuerpo la necesita, depurar bilirrubina, y regular la coagulación sanguínea.
Por ello, y cumpliendo tantas funciones, hay que mantenerlo en buen estado. Es uno de los órganos más vulnerables del cuerpo humano, ya que se ve claramente afectado por el estilo de vida.